Nombre: Hank Huckleberry
Nacido en: Lemoyne, Estados Unidos.
Fecha de Nacimiento: 11 Noviembre, 1871 (28 años)
Historia:
En las profundidades del pantano de Butcher Creek, donde la niebla se aferra al suelo y los lamentos de la noche se confunden con el viento, nacieron los gemelos Huckleberry. Hijos de la desesperanza y el aislamiento, su crianza estuvo marcada por el hambre, la superstición y la brutalidad de una tierra que no da tregua.
Desde pequeños, Hank y Spank fueron considerados "especiales" por su propia gente, no solo por su lazo inquebrantable sino por la peculiaridad de su nacimiento: entre los dos, compartían lo que otros hombres daban por sentado. "Medio hombre cada uno", solían decir en burla sus primos lejanos. Pero en Butcher Creek, lo extraño era normal, y lo normal estaba destinado a morir.
El destino de Hank cambió el día en que su hermano, en un arrebato de furia, le golpeó la garganta con un tronco durante una disputa infantil. Lo que para cualquier otro habría sido una travesura de hermanos, para Hank significó perder su voz para siempre. Desde entonces, su hablar se convirtió en un chillido grotesco, un sonido que helaba la sangre tanto como provocaba carcajadas entre los suyos.
A pesar de su apariencia dócil y su actitud juguetona, en su interior habitaba un demonio latente, un instinto salvaje que despertaba cuando alguien amenazaba a Spank o a su familia. De un momento a otro, el inocente Hank podía convertirse en una bestia desalmada, capaz de arrancar la vida con la misma facilidad con la que encendía un cigarro. Con la sangre de los Huckleberry corriendo por sus venas y la locura de generaciones atormentando su mente, el encontraba placer jugando con la gente antes de mostrar su verdadero rostro.
Para los forasteros, Hank Huckleberry era solo un pobre diablo con una voz ridícula y una sonrisa tonta. Para quienes lo conocían, era un monstruo disfrazado de niño, un depredador escondido en la piel de un cordero. Y si alguien se atrevía a levantarle la mano a su hermano… bueno, ese alguien no viviría para contarlo.
