Van Horn Honors
VAN HORN, CALLE PRINCIPAL – 1899
Lo que alguna vez fue un refugio para comerciantes ahora es un lugar en ruinas. Van Horn, un puerto sin ley en el condado de New Hanover, Tahoma, se alza entre las aguas turbulentas del río Lannahechee y los meandros del Kamassa. En el pasado, fue un próspero centro de comercio, pero para el año 1899, se ha convertido en un antro de miseria y pecado, refugio de forajidos, tanto famosos como anónimos.
Sin gobierno ni autoridad, los habitantes de Van Horn son algunos de los criminales más despiadados, violentos y decadentes que se puedan encontrar en los Estados Unidos. Quienes llegan a este lugar lo hacen porque están de paso, huyendo… o porque no les queda mucho tiempo en este mundo.
FUNDACIÓN DEL PUESTO DE COMERCIO
Los primeros asentamientos en Van Horn datan de la década de 1730, cuando colonos franceses lo establecieron como un puesto de comercio de pieles a lo largo de la ruta del río Lannahechee. Originalmente llamado Fort de Tonti, servía de escala para los comerciantes que viajaban hacia lo que hoy es Saint Denis. Sin embargo, hacia 1750, el fuerte quedó prácticamente abandonado. Los pocos que decidieron quedarse —ya fuera por terquedad o por falta de opciones— fueron los primeros en echar raíces en lo que más tarde sería Van Horn. Durante décadas, el lugar fue poco más que un escondite para cazadores y supervivientes, sin mayor relevancia hasta el cambio de siglo.
UNA ERA DE PROSPERIDAD
A inicios de 1800, el auge comercial en el río Lannahechee atrajo la mirada de inversionistas y empresarios. Uno de ellos, Johannes Pieter Van Hoorn (conocido como J. P. Van Horn), vio en el viejo fuerte una oportunidad para construir un imperio. Su plan era utilizar la ubicación estratégica del asentamiento para eludir los impuestos y aranceles de los puertos de Saint Denis. Así comenzó el ascenso de Van Horn, que pasó de ser un olvidado rincón a un puerto comercial lleno de actividad. Botes cargados de textiles y metales llegaban al muelle, mientras que pieles y madera salían en grandes cantidades, enriqueciendo a la ciudad.
EL FIN DE LA FORTUNA
Para la década de 1870, la población del puerto había crecido hasta rozar los 2,000 habitantes permanentes. Campamentos de carretas y comerciantes ambulantes se extendían a lo largo de los caminos de entrada y salida. Fue entonces cuando J. P. Van Horn, el arquitecto del éxito de la ciudad, falleció pacíficamente en su cama. Su legado quedó en manos de su heredero, Willem Niels Van Hoorn, quien rápidamente malgastó su fortuna y hundió el negocio familiar en la ruina. Entre apuestas, alcohol y malas decisiones, Van Horn vio cómo el puerto se desplomaba bajo su propio peso en menos de una década.
Hoy, solo quedan ruinas de aquel esplendor. Lo que hagas con ellas, depende de ti.
VAN HORN, 1899 – UN REFUGIO PARA FORAJIDOS
En el año 1899, Van Horn era un asentamiento fronterizo en los vastos y peligrosos territorios del suroeste de los Estados Unidos. Originalmente establecido para apoyar las actividades mineras cercanas, el pueblo creció rápidamente gracias a su ubicación estratégica en rutas comerciales clave y a la riqueza de sus depósitos de plata. Sin embargo, junto con la prosperidad, llegó el crimen. Van Horn pronto se convirtió en un nido de forajidos y un símbolo de la corrupción en la frontera.
Rodeado de marismas y terrenos escarpados, el pueblo atrajo a criminales que acechaban diligencias cargadas de plata y oro. Estos asaltantes, conocidos como los bandidos de las diligencias, sembraban el terror entre comerciantes y viajeros, utilizando el terreno accidentado para escapar sin dejar rastro. Sus audaces golpes aparecían en los titulares de los periódicos de la región, consolidando la reputación de Van Horn como un bastión de la delincuencia.
Las autoridades locales estaban superadas. La oficina del sheriff, con escasos recursos y sin suficientes hombres dispuestos a enfrentarse a estos criminales bien armados, apenas podía mantener el orden. La ley en Van Horn era una ilusión; los verdaderos amos del lugar eran los que empuñaban un arma y controlaban el flujo de dinero y mercancías. Para los habitantes del pueblo, la vida era una lucha constante entre aprovechar las oportunidades económicas del comercio y la minería o convertirse en víctimas de la violencia desenfrenada.
EL NACIMIENTO DE UNA ORGANIZACIÓN CRIMINAL
Los forajidos de Van Horn: Van Horn Honors
No se trata de simples asaltantes aislados. Informes recientes sugieren que la Van Horn Honors, bajo el mando de Walker Smith, ha tejido una compleja red de informantes y colaboradores en toda la región, dificultando cualquier intento de predecir sus movimientos o lanzar una ofensiva en su contra. Esta red clandestina ha permitido a la banda continuar con sus operaciones y sembrar el miedo en la frontera.
Lo que comenzó como simples robos de diligencias ha evolucionado hasta convertirse en una estructura criminal organizada, donde cada golpe es cuidadosamente planeado y ejecutado con precisión. Mientras las autoridades intentan dar caza a sus miembros, Van Horn Honors se expande y refuerza su control sobre Van Horn y sus alrededores.
Las historias sobre la banda continúan creciendo, entre la realidad y la leyenda. Mientras la ley los persigue, muchos en la frontera ven en ellos algo más que meros forajidos: para algunos, son un símbolo del desafío al poder, para otros, un recordatorio de que en el Oeste, la verdadera ley la dicta quien tiene el gatillo más rápido.
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